La paradoja del árbol
Un árbol sabe cuándo detener su crecimiento para posarse sobre sus raíces y escuchar el silbido de las aves, simplemente lo sabe. Un árbol sabe hasta donde son capaces de llegar sus brazos, sabe que recorren lo más profundo del mundo, sabe con compasión y demencia que sus raíces no se mostrarán gratuitamente a menos que alguien sea capaz de cavar y cavar miles de kilómetros. Un sabio se comunica con el árbol regando sus alrededores, permitiendo que la propia sabiduría de ese fuerte Ser sea el conductor de sus nutrientes. " "Yo te otorgo el alimento, tu sabrás como aprovecharlo" dice el sabio mientras riega el pequeño circulo rodeando al mastodonte milenario. Ese sabio, tanto como el árbol, confían plenamente en el invisible, saben que lo más valiosos de todos los asuntos mundanos, en el paraíso de la vida, se sabe oculto a los ojos de los fervientes, a los ojos de los gobernantes, a los ojos de los inquietos apasionados. Esos ojos se abrirán, como crece un nuevo árbol